Padres de Familia: APOSTÁNDOLE A GANAR
MS. Estibaliz Martin
Tarde o temprano, llega un punto en nuestras vidas en que nos cuestionamos, ¿para qué sigo estudiando? ¿De qué me sirve tener una licenciatura? ¿Para qué hago el esfuerzo de completar una carrera? ¿Para qué voy a la universidad? si es una pérdida de tiempo y dinero. ¿Para qué me paso horas haciendo proyectos, tareas y asistiendo a clases?
¡Tendré que cursar materias que no voy a usar nunca! Mi vida diaria no requiere que sepa trigonometría, química o programación. Con Wikipedia y Google a un clic de distancia, no hace falta que me esfuerce por obtener un título universitario. Seguir estudiando solamente me va a dejar más endeudado. Mejor me dedico a poner un negocio o me empleo en un trabajo fácil que me dé de comer y ¡ya!
Lamentablemente, en México muchas personas piensan así. Según el INEGI (1), en el 2015 tan solo el 18.6% de los mexicanos tenían algún nivel de educación superior; entiéndase: carreras técnicas, licenciaturas, maestrías, doctorados etc.
Asimismo, el índice de analfabetismo (personas mayores de 15 años que no saben leer ni escribir) fue del 5.8%, mientras que las personas que solamente tienen primaria completa o trunca es del 15% y 10.4% respectivamente. Esto significa que hay más personas que unicamente tienen la primaria trunca o completa comparado con las personas que tienen algún grado de educación superior (18.6%). ¿No es triste? Lo pondré de otra manera, más del 80% de los mexicanos no ha pisado la universidad.
Piénselo… ¿qué está pasando?
Claramente, ¡hay que tomar cartas en el asunto!
Hay que entender que, aunque no vayamos a usar nuestros conocimientos de trigonometría o química diariamente, el haber tomado clases de programación, por ejemplo, ayuda a tener un pensamiento organizado, a crear diagramas de flujo en la mente y así visualizar todas las soluciones posibles a un problema. O el haber aprendido qué es el efecto invernadero te ayuda a entender cómo tratar de evitar ciertas acciones que contribuyen al calentamiento global.
El simple hecho de tener un conocimiento universal (universidad= universal) te ayuda a entender cómo funciona el mundo, a tener herramientas para poder comunicarte, a alcanzar metas profesionales y económicas, a sacar a tu familia adelante y finalmente a tener una mejor calidad de vida.
Vivimos en un mundo globalizado, donde no solamente estamos compitiendo con mexicanos para conseguir un buen puesto de trabajo, sino que también competimos con personas de otros países.
Por ejemplo, según el reporte de logros educativos del departamento de censos de Estados Unidos (US Census Bureau) (2), en el 2015 el 33% de los estadounidenses mayores de 25 años cuenta con algún nivel de educación superior. Mientras que un 88% tiene al menos un diploma de preparatoria (high school).
Nótese, 33% de los estadounidenses tienen educación superior, comparado con nuestro escaso 18.6%.
Lo cierto es que, si no hacemos un esfuerzo por competir a nivel global, vamos a acabar quejándonos: “¡los extranjeros vienen a quitarnos los puestos bien remunerados! Se llevan los corporativos y sólo queda la manufactura.” En efecto, si no comenzamos a educarnos y le apostamos a la educación superior no vamos a estar lo suficientemente preparados para llenar esos puestos laborales que necesitan conocimientos universitarios.
Lamentablemente en México, no todos pueden asistir a la universidad, ya sea por cuestiones económicas o por falta de ganas. Lo más triste es la falta de ganas. Ningún pretexto vale para no querer superarse. Ya no es como antes. Ya hay opciones para todos; se puede estudiar por las noches, en línea… Incluso hay carreras técnicas, licenciaturas, maestrías y hasta doctorados en línea ofrecidas por universidades en el extranjero que se pueden ajustar a nuestros gustos y necesidades.
Y sí, es difícil entrar a la universidad… sí… y también fue difícil aprender a amarrarse las agujetas, pero lo logramos ¿no?
Y sí, es cierto que hay gente brillante que logra tener un negocio muy exitoso o llegar a puestos muy altos dentro de una empresa sin haber estudiado una carrera, pero ciertamente estas personas son las excepciones, no las reglas. Así que ¡vamos por lo seguro! Apueste para ganar, recuerde que el ¡estudio es la clave del éxito!
Hay que motivar a nuestros hijos y alumnos, a que quieran superarse y lograr tener altos niveles educativos. Y recuerden que los niños aprenden imitando, así que ¡sea su ejemplo! No esperen que les caigan las cosas del cielo. No esperen que sus hijos quieran ser mejores que ustedes, incúlquenselo con el ejemplo, ¡invierta en su futuro y el de su familia!
(1) INEGI Encuesta Intercensal 2015. http://www.beta.inegi.org.mx
(2) US Census Bureau report on Educational attainment in the United States, 2015. https://www.census.gov/data/tables/2017/demo/education-attainment/cps-detailed-tables.html